Pergamino, diario La Opinión, año 2000
Especiales Por Rugby Fun
Manucho, un catedrático del rugby
Manuel Gil nació en Pergamino, jugó en Pingüinos, Alumni, México y Holanda, y fue un licenciado a la hora de promover los verdaderos valores del rugby. Falleció en mayo de 2005 con sólo 26 años, pero su gran corazón sigue latiendo en cada partido de rugby.
Angustia y alegría; dos sentimientos que brotan por los poros cuando uno conoce la historia de Manuel Gil o simplemente Manucho, como lo llamaba la mayoría de sus conocidos.
Manucho vio la luz en Pergamino (provincia de Buenos Aires), allá por 1979, y se vinculó con el deporte ovalado gracias a Pingüinos RC, un club de su pueblo. Luego emigró al rugby porteño, y el lugar elegido para plantar bandera y echar raíces fue Tortuguitas. Sí, en Alumni.
Unos años más tarde, dejó Buenos Aires y emprendió un viaje a México, su segundo hogar, para enseñarle a sus compañeros y rivales la verdadera filosofía del rugby: sacrificio, amistad, entrenamiento y valor. Cuatro máximas que Manucho exponía a flor de piel por dónde transitara.
En el país azteca, y acompañando por su gran amigo de Alumni, Daniel Lagache, se desempeñó en Tazmania RFC durante las temporadas 2001, 2002 y 2003, obteniendo el subcampeonato en su segundo año y un tercer puesto en el tercero. Su buena performance dentro y fuera de la cancha le valieron la convocatoria a la selección mexicana, que era dirigida por Jamie Johnston. Con las Serpientes sólo jugó un cap y fue contra las Islas Cayman.
Pero México no sería su destino final, ya que Manuel armó nuevamente las valijas y abandonó el país del tequila. ¿Su nuevo lugar en el mundo? Holanda. Ahí jugó para los Dukes y, con su filosofía de siempre, logró ganarse un puesto de titular demostrando que la garra sólo emerge desde el corazón. Nada más... y nada menos.
Por el coraje que lo caracterizaba, Manucho se hizo ídolo de su nuevo equipo y, a su vez, de todo el pueblo. Promulgó los verdaderos valores del rugby y, así, fue respetado por compañeros y rivales.
En enero de 2004 -ya tenía 25 años- regresó de Holanda y se le detectó un melanoma maligno. Para desgracia del mundo, y no sólo del ovalado ya que su filosofía trascendió este deporte, falleció el 3 de mayo de 2005.
En noviembre de 2005 se realizó en Pergamino el Seven Manuel Gil, donde participaron equipos como Pingüinos RC, Alumni y Tazmania RFC. El certamen quedó en manos de Duendes de Rosario, pero es sólo una anécdota. La razón por la que se jugaba no era el trofeo, sino para que la esencia de Manucho siguiera viva en cada pase, en cada ruck, en cada line, en cada try, en cada tercer tiempo...
Al comenzar esta nota dijimos que esta historia provocaba tristezas y alegrías. Y es así. Las lágrimas llegan al no tener a Manucho físicamente para decirle en la cara lo valioso que era, y las sonrisas brotan por saber que la filosofía que tan tenazmente defendió floreció en muchísimos corazones.
Por Manuel, por toda su familia y por sus amigos, es necesario resaltar que Manucho no se fue, sigue ahí, solo, esperando que la pelota le llegue para irse derechito al try.
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